martes, 20 de octubre de 2020

JOVENES CREADORES 2020 DETRÁS DE CÁMARAS DE UN PROCESO DE DICTAMINACIÓN


Pues resulta que me invitaron a ser jurado de la beca del FONCA de jóvenes creadores, uno de los principales programas de la institución (que creo que ahora ya no es FONCA pero como nadie sabe bien qué es, pues le seguimos diciendo así); y dije que sí. Es en muchos sentidos una situación traumática, pero quisiera sacarle algo de provecho compartiendo mi experiencia y poniendo de antemano la pregunta abierta ¿cómo podemos hacer para que esto resulte más justo y mejor para todas?

Y es que el tema desata pasiones. Gestiona los odios y las envidias. Nos pone en competencia descarnada unos con otros. Siempre hay inconformes y no faltan las críticas. Nido de corruptos, los mismos de siempre, qué tiene su proyecto que no tenga el mío. Yo mismo he participado con pasión y deleite en todo tipo de reproches.

Me parece que muchas críticas que se hacen a la selección de becarios son pertinentes, o parten de una intuición certera, pero considero que puede ser útil conocer el proceso de dictaminación desde el punto de vista de un jurado, porque también abundan los juicios y prejuicios injustos que parten de la ignorancia, contra la manera de seleccionar o incluso contra las personas que seleccionan.

Esta fue, pues, mi experiencia en este vapuleado 2020.

 

1.       La cantidad y el tiempo

Lo primero es recibir el documento con la cantidad de aplicaciones. 102 aplicaciones de dramaturgia, de las cuales tendríamos que seleccionar solamente 6. Sin haber leído nada supe de inmediato que iba a ser un naufragio absoluto. ¿6 de 102? ¿En serio?

Hay que mencionar que este año, para cada especialidad dentro de la disciplina teatro, hubo comités de selección diferentes. Es decir, que para dramaturgia fuimos invitados tres jurados, para dirección otros tres y para diseño escénico otros tres. Solo revisé proyectos de dramaturgia. Cuando me tocó ser becario de jóvenes creadores por primera vez, el total de aplicaciones para todas las especialidades fueron alrededor de 100, las mismas que este año hubo solo para dramaturgia. Aquella vez se eligieron dos dramaturgos, esta vez se eligieron seis. El numero de becarios ha crecido, pero el número de aplicaciones ha crecido mucho más.

Nos enviaron el código de ética, que debíamos leer y firmar, y una hoja para declaración de vínculo, es decir, para que en caso de tener algún vínculo con alguno de los postulantes lo mencionáramos desde el principio y nos abstuviéramos de evaluar esa postulación. 

Además, había que revisar esa cantidad de proyectos en aproximadamente 40 días para llegar a tiempo a la dictaminación. Calculé que debía revisar a razón de 3 proyectos por día, dejando algunos días de descanso para despejar la mente.

 

2.       Declaración de vínculo.

De inmediato vi en la lista de postulantes a varias personas conocidas. Y aquí empezaron las dudas. ¿En qué momento se puede establecer que existe un vínculo con alguien del gremio?

En algunos casos es claro: si fuiste maestro o alumno en un lapso de dos años antes de la postulación, hay vínculo académico. Si trabajaste subordinado o como jefe, o si participaste en un proyecto con alguien en ese mismo lapso, existe un vínculo laboral o profesional.

Yo reconocí dos vínculos académicos y un vínculo profesional. Hasta aquí todo bien.

Luego lo difícil: ¿vínculo afectivo?

En el gremio, luego de varios años, uno termina por conocer mucha gente con la que simpatiza o antipatiza. ¿Cuál es la frontera que establece el vínculo para el FONCA? Lo que se indica en el código de ética es que debe declararse si ese vínculo pudiera influir en el juicio sobre la persona. Y me parece bien, pues me invita a hacer un trabajo de introspección al respecto. ¿Soy verdaderamente imparcial o quisiera que esta persona gane o pierda por mis afectos involucrados? Pero… ¿Y si me creo perfectamente capaz de omitir mis sentimientos y ser puramente objetivo?

No fue mi caso, al menos.

Reconocí a varias personas que aprecio y cuyo trabajo conozco y admiro, sin sentirme tentado a favorecerlas. Pero reconocí a una persona que aprecio a la que sí me sentí tentado a favorecer sin conocer el proyecto. Y decidí ahí declarar el vínculo afectivo. Podría también haber decidido no declararlo y hacer el esfuerzo de imparcialidad, y no habría manera de demostrar ninguna falta. Quizá esto hubiera cambiado el resultado de la selección final. ¿Es justo?

El procedimiento me parece de lo mejor que puede establecerse al respecto, pero me quedan algunas dudas.

 

3.       La inevitable subjetividad.

Entonces, leyendo los proyectos, leyendo las obras que los postulantes mandan como referencia, revisando sus trayectorias ¿es posible ser objetivo y darle la beca a quien más la merece?

Spoiler alert: no.

El mecanismo que el FONCA ha implementado lo intenta y fracasa.

Tras haber superado los primeros filtros, se nos invita al comité dictaminador a asignar un puntaje a cada proyecto según ciertos criterios establecidos: Trayectoria del postulante; Originalidad y calidad de la propuesta presentada; Viabilidad del proyecto; Lo propositivo y significativo del proyecto. En cada rubro se puede determinar si el postulante-proyecto no tiene (0 puntos) si es mínima (5 puntos); si es suficiente (10 puntos); si es buena (15 puntos) o si es sobresaliente (25 puntos) Para luego, sumando todo, obtener una suma total que nos da en automático un posicionamiento de las postulaciones (de más a menos puntos totales) según se han “calificado”

Aclaración: No pude revisar los proyectos de las personas con las que declaré vínculo, así es que no pude asignarles ninguna puntuación.

Mi reflexión en cada caso es la siguiente:

a.       Trayectoria del postulante. Esta es la más fácil de definir. Se revisa el currículum enviado, en caso de dudas se coteja con los documentos probatorios, y mal que bien podemos ir ubicando cada postulante según su trayectoria. No obstante, este rubro acarrea un problema. Muchas veces se reclama que se elija “siempre a los mismos”, y resulta natural que alguien que ha tenido apoyo del FONCA antes, salga mejor puntuado en este escaño. No solo porque una beca cuenta en el currículum, sino también y sobre todo, porque alguien que tuvo tiempo para desarrollar un proyecto artístico con apoyo, probablemente estará en mejores condiciones para gestionarse una carrera en las artes, el tiempo de trabajo le habrá otorgado habilidades técnicas y conceptuales y además, tendrá experiencia redactando sus proyectos, pudiendo decir de mejor manera qué es lo que se propone hacer. O sea, de entrada hay un piso de desventaja importante entre quienes han tenido el estímulo antes (u otros estímulos similares) y quienes no han tenido nada. ¿Significa eso que son menos merecedores?

b.       Originalidad y calidad de la propuesta presentada. Esta sí es un embrollo. Para empezar porque no es lo mismo originalidad que calidad, pero acá vienen juntas y hay que elegir. ¿Lo califico alto porque es original o porque tiene calidad? Pero… ¿qué significa “original”? ¿Y qué significa “calidad”? La originalidad la tengo que determinar respecto a lo que yo, como jurado, conozco y he visto. Se supone que soy experto en la materia, así es que debo tener un amplio bagaje. Puedo considerar un proyecto “original” si me resulta poco frecuente la propuesta que plantea. En este sentido, por ejemplo, hubiera tenido que puntuar bajo a varios proyectos sobre violencia de género que se presentaron, que parecían básicamente el mismo proyecto situado en diferentes latitudes. O más general: puntuar bajo a los proyectos con temáticas sociales, con investigación de campo y generados a partir de entrevistas. Hubo muchísimos de estos. Yo preferí dejarlo un poco más abierto, y considerar una mejor puntuación si en el proyecto había algún aspecto poco frecuente o menos atendido en el campo de la dramaturgia, fuera social, formal o temático. Pero luego viene el otro asunto: la calidad. ¿Quién decide los criterios de “calidad” de las obras artísticas? Peor aún ¿cómo anticipar la “calidad” de una obra cuando apenas es un proyecto, un deseo de hacer algo? Puedo verificar hasta cierto punto el dominio técnico de las herramientas de escritura teatral en los textos de referencia que cada postulante manda, y luego estimar si ese dominio es aplicable o útil para el proyecto que propone. ¿Eso determina la “calidad” potencial de un proyecto? Ni de lejos. Salvo algunas postulaciones con importantes carencias técnicas, no me fue posible determinar calidades sin que me temblara la mano.  Cada jurado puede tener sus propias y personales directrices de calidad y originalidad, pero termina siendo una cuestión de intuiciones. Por ejemplo, a mí me resultaban “originales” proyectos sobre temas como trans humanismo, propuestas de hipertexto con diferentes rutas de lectura o libros de artista cruzados con teatralidad, porque son cosas que he visto poco en el teatro mexicano. Y en cuanto a la calidad, me parecían mejores aquellos proyectos que proponían una visión diferente, que mostraban aspectos o situaciones desde un ángulo que me obligaba a mirar de nuevo el asunto, a ver con ojos renovados. Pero esos son mis criterios personales, no necesariamente compartidos con los otros jurados. En este punto, la puntuación depende completamente del imaginario de quien la asigna, de sus preferencias personales, de su propia obra y cómo la trabaja. Y el resultado final, la suma de los puntajes de los jurados, depende también de qué tanto los imaginarios de las tres personas del comité coinciden o difieren.

c.       Viabilidad del proyecto. Esta pudiera parecer fácil, pero tiene algunos vericuetos. En principio, se considera inviable un proyecto que se propone abarcar demasiado respecto al tiempo que dura la beca. O un proyecto que no corresponde con la trayectoria del postulante podría parecer menos viable (por ejemplo, si alguien que nunca ha realizado trabajo comunitario propone la escritura de una obra en una comunidad específica partiendo de testimonios) Sin embargo ¿puedo estar seguro de que esto es justo? ¿Y si la persona que propone escribir 365 obras breves realmente puede lograrlo? ¿Y si quien desea usar la beca para acercarse a una comunidad tiene un legítimo interés? Aunque el criterio parezca fácil de determinar, no queda exento de injusticias.

d.       Lo propositivo y significativo del proyecto. Y volvemos a los entuertos. ¿Qué significa “propositivo” y qué quiere decir “significativo”? Para mí, la palabra “propositivo” remite a quien insiste en un propósito, o a quien propone algo. De entrada, todos los proyectos me parece que cumplen y que no hay manera de descartar o elegir con este criterio. Luego lo “significativo” me remite a aquello que considero que pueda tener mayor significancia en… ¿la historia? ¿la sociedad? ¿las artes? Bueno, pues todo un poco. Pero para ser honestos, terminé considerando este criterio como la pertinencia de realizar cierta obra, en el contexto político, social y artístico del México de 2020; es decir, que ciertas formas y temáticas, situadas en una geografía específica, pudieran generar diálogos y reflexiones que me parecieron importantes para la sociedad de hoy. No sé si hacia allá va la intención del FONCA, pero me pareció lo más decoroso.

Como se verá, hay mucha ambigüedad en los términos, y a final de cuentas, pese a las buenas intenciones, los criterios de selección acaban siendo, inevitablemente, subjetivos y más o menos arbitrarios. Esto significa que ante las mismas postulaciones, lo más probable es que otro jurado hubiera calificado diferente, y hubiera elegido a otros beneficiarios del apoyo.

De esto se desprende otra conclusión: los seleccionados no son, de ninguna manera y desde ninguna perspectiva, los “mejores” en nada. Solo son los que un grupo de personas consideraron interesante apoyar (pero abundaré en esto más adelante, porque la cosa no se queda, ni de lejos, en asignar un puntaje a los proyectos).  

Pero es importante decir una cosa más: este procedimiento restringe la posibilidad de que un jurado cuele a un “favorito” sin méritos ni trayectoria entre los finalistas, porque aunque lo califique muy alto, el promedio con los puntos asignados por los otros jurados lo bajará de rango. Y a propósito de eso, desarrollo el siguiente punto.

 

4.       La deliberación con los otros jurados.

Las puntuaciones se mandan al FONCA y ellos preparan en un Excel los materiales organizados para el día de la deliberación, donde tendremos que ponernos de acuerdo a quienes elegir.

Y como decía antes, la cosa no se queda en asignar puntajes.

Si bien las puntuaciones son una herramienta, se nos dejó muy claro que no tenían un valor definitivo, y que si considerábamos que algún proyecto había quedado descartado injustamente, podíamos argumentar.

Además de los puntajes antes descritos, cada jurado pone en una casilla si considera que el postulante es o no candidato a recibir la beca. Al principio, antes de mandar los materiales, me di cuenta de que había seleccionado como  candidatos posibles a más de 60 postulantes. Sí, más de 60 proyectos me parecieron dignos de recibir el apoyo, por diferentes razones. Pero se me dijo que convenía que eligiera unos 20 como candidatos (cosa que hice), y que acabaríamos eligiendo solo a 6.

No sé si haya gente que se sienta poderosa al decidir sobre la vida de otras personas. Yo me sentí abiertamente miserable.

Y aprovecho aquí para plantear mi preocupación principal: ¿No somos capaces como sociedad de crear una estructura cultural donde sea posible realizar con remuneración todos estos proyectos? ¿No saldríamos beneficiados todos? ¿Sería realmente tan caro? Porque 6 personas van a tener una oportunidad fabulosa de desarrollarse como dramaturgas, pero al menos otras 50 personas que merecían la misma oportunidad se sentirán decepcionadas, frustradas, descorazonadas…

Pero volviendo al tema de los “candidatos” que elige cada jurado, es importante decir que este marcador es fundamental, porque al llegar a la deliberación, las autoridades del FONCA nos presentaron la lista de candidatos en un orden específico: en primer lugar, aquellos que los tres jurados consideramos candidatos, y estos, ordenados además de mayor a menor según la puntuación promediada entre los tres jurados; en segundo lugar, a aquellos que habían seleccionado solo dos jurados; luego los que habían sido seleccionados por uno solo de los jurados.

Los que no fueron considerados por ningún jurado quedaron descartados de inmediato.

No recuerdo con exactitud cuántos quedaban todavía por revisar, pero eran más de 30.

Había alrededor de 8 que todos los jurados habíamos votado a favor. (Casi podríamos haber reducido la discusión a esos 8 y ya, pero decidimos discutir más a conciencia otras postulaciones también)

Había 5 que, por declaraciones de vínculo, no tenían los votos completos, pero fueron considerados con medio punto para que paliar la desigualdad inevitable. Y aquí vale aclarar un punto: esto puede jugar en contra o a favor del postulante, porque si yo declaré vínculo, pero no lo hubiera considerado favorito, el postulante ganaría medio punto, pero si lo hubiera considerado favorito, el postulante perdería medio punto.

Nos limitamos a discutir todos los que tenían 2 y 3 votos como candidatos, y hablamos de cuatro casos que solo tenían un voto.

No daré detalles de las discusiones (lo siento por los morbosos) pero sí diré que todo fue cordial y bien razonado. Aunque a ratos las preferencias no coincidían, y los criterios o gustos artísticos tomaban sesgos diferentes, supimos conciliar, reflexionar e incluso cambiar de opinión.

La deliberación en sí misma tiene un carácter confidencial, y se nos invita a hablar libremente. Si me preguntan, pienso que debería ser pública, y cada jurado podría hacerse responsable de sus palabras sin ningún problema. Si se hiciera pública nuestra deliberación, estoy seguro que cada uno podríamos sostener lo que dijimos con argumentos sensatos, incluso aquellas que fueron opiniones subjetivas del tipo “este proyecto no me da confianza, siento que no va a cumplir lo que se propone” (No se dijo así literalmente, pero la idea estuvo ahí)

En ningún momento, las autoridades del FONCA intentaron intervenir o inducir hacia algún candidato o estilo o nada semejante. Tuvimos absoluta libertad para debatir y decidir.

Ante la cantidad de proyectos meritorios y el reducido número de becas disponibles, tuvimos que proponernos algunos criterios adicionales para ayudarnos a decidir. Por ejemplo: si ya había tenido beca dos veces antes, mejor descartar; si había tenido beca en tiempos recientes, descartar (Y ojo, esto también es injusto, porque así como es bueno que gente nueva tenga los apoyos, también lo es que quien ha demostrado consistencia en su trabajo los siga teniendo); buscamos que hubiera presencia de los estados, así es que en algún punto, los de la CDMX empezaron a ser descartados; decidimos que convenía apoyar diversidad y variedad de poéticas y temáticas así es que a veces descartamos proyectos que coincidían con otro que sentimos más pertinente; por suerte no tuvimos que buscar paridad de género, pues la mayoría de las candidatas preseleccionadas eran mujeres, y podríamos haber elegido solo mujeres sin sentir que cumplíamos una cuota.

Llegados al punto de incertidumbre total entre varios candidatos, ponderamos sobre todo que hubiera claridad en las propuestas y congruencia con las trayectorias y los objetivos planteados.

Aún así, teníamos doce proyectos igualmente valiosos. Y aún así tuvimos que descartar.

De mis siete proyectos favoritos, solo dos quedaron en la selección final. Uno de los seleccionados no tuvo ni mi voz ni mi voto en ningún sentido, porque había declarado vínculo y debí abstenerme cuando los otros jurados debatieron al respecto, se me pidió abandonar la sala y así lo hice. Los otros tres, aunque no estaban en mis siete favoritos, sí estaban entre mis doce favoritos, así es que de cualquier forma me siento satisfecho al respecto.

Pero no dejo de pensar en los 50 proyectos que no quedaron. Y de esos 50 en al menos otros 10 que me resultaban imprescindibles. Ojalá sigan aplicando y ojalá pronto reciban el apoyo que merecen.

 

5.       La estúpida competencia.

¿A quién se le ocurrió que la competencia era la mejor manera para que los humanos se desarrollen?

Es completamente ridículo.

¿Cómo poner a competir 102 proyectos por tan solo 6 becas?

Es una clara apuesta por la frustración y el resentimiento, no por el arte.

Y aún así es lo mejor que hay. Es mejor que nada y debemos defenderlo.

 

Pero defenderlo no debería implicar dejar de buscar la forma de un mecanismo mucho mejor.  

Tal vez no sería tan problemático si sucedieran al mismo tiempo dos cosas:

1.       Que la cantidad de apoyos fueran el triple. Si hubiéramos podido dar 18 becas en lugar de solo 6, aunque no alcanzaríamos a cubrir los proyectos meritorios, sería un gran avance.

2.       Si no fuera este el único mecanismo de subsistencia que les permite a los artistas concentrarse en un proyecto durante todo el año. Si la mayoría tuviera ingresos regulares y suficientes por hacer su arte, las becas serían, entonces sí, un estímulo y reconocimiento, pero no una de las pocas formas de profesionalización (es decir, dedicar la mayor parte del tiempo al arte, y no a otra cosa para subsistir)

El sistema de becas es inevitablemente injusto. Por más candados que se pongan, el problema no se resolverá. Se necesita mucho más dinero público en la bolsa para empezar a perfilar una diferencia, sumado a políticas culturales que aseguren trabajo remunerado constante a los artistas.

¿Es posible imaginar un sistema que fomente la colaboración en lugar de la competencia? Una convocatoria donde, para obtener el apoyo, tengas que ayudar a otro a mejorar su proyecto. Donde el éxito de alguien más te garantice beneficios.

Vivir un año (o tres) gracias al apoyo de una beca es una experiencia fabulosa, porque te entrega lo que casi nunca tienes: tiempo para pensar y crear.

Todos deberíamos tener eso garantizado. Se llenaría de trabajos hermosos y potentes, de poéticas diversas y dispersas, habría opciones de todo tipo al alcance de la ciudadanía.

Toda la población saldría beneficiada.

Y ni siquiera implica tanto dinero, solo voluntad política. 

¿Por qué resulta tan difícil entonces?